Un barco de pesca recreativa pasea sobre el estrecho conocido como el Croatan Sound al oeste de la ensenada Oregon (Oregon Inlet) a finales de julio de 2021. Mark Darrough / Carolina Public Press

Traducción por Aarón Sánchez-Guerra

Nota del editor: este artículo es el último de la serie Changing Tides, que se produjo en parte con el apoyo del Pulitzer Center.

Las olas, la escorrentía tierra adentro y las mareas altas de récord del huracán Florence en septiembre de 2018 sacudieron a la estación aérea de la marina estadounidense en Cherry Point, cuyo perímetro norte limita con el río Neuse al sureste de New Bern.

Para reforzar la orilla dañada del río, un programa del departamento federal de defensa otorgó $1 millón a fines de 2020 para financiar la plantación de 2,100 pies lineales de costa viviente.

El proyecto no solo apoya la misión militar crítica de Cherry Point, sino que también sirve como un laboratorio en ese terreno para una iniciativa de la universidad de Duke para restaurar las ostras del este en su hábitat estuarino.

“Los arrecifes de ostras se encuentran entre los ecosistemas más diezmados del planeta”, dijo Brian Silliman, un biólogo de Duke.

El proyecto aborda los efectos acumulativos de cómo varias cosas continuarán transformando la costa y las pesquerías costeras que dependen de un sistema estuarino saludable. Esas cosas son el cambio climático, el aumento del nivel del mar potencial, temperaturas más calientes y tormentas más intensas.

En este caso, las criaturas bivalvas fertilizan y estabilizan el hábitat de los pastos marinos amenazados por el calentamiento de los mares. A lo largo del tiempo, las plantas y las ostras forman arrecifes y marismas que protegen la costa del viento, las olas y las mareas. 

El trabajo de Silliman representa cómo Carolina del Norte responderá a los peligros de un clima alterado a lo largo de la costa del océano del estado.   

Sin embargo, a medida que aumentan los impactos del cambio climático en las pesquerías costeras de Carolina del Norte, ¿se encuentran las soluciones en proyectos singulares, como la costa restaurada?

¿O implican cambios sistémicos mayores en las instituciones que gobiernan nuestras pesquerías?

Living shoreline
Una costa viviente en Whittaker Pointe, en el condado de Pamlico, al otro lado del río desde Cherry Point. Foto cortesía de la Federación Costera de Carolina del Norte.

La ampliación

El proyecto del biólogo Silliman es uno de los varios proyectos de costas vivientes a lo largo de la costa de Carolina del Norte destinados a abordar las preocupaciones crecientes y demostrar que la restauración de costas vivientes se puede ampliar y replicar.

Los 2,100 acres en Cherry Point estarán acompañados por otros 5,600 pies lineales de costa programada para su reparación a lo largo del río Neuse, con una contribución de $8 millones en fondos. El ejército está trabajando con los esfuerzos de conservación de la organización no gubernamental Pew Charitable Trust, la universidad de Duke y la Federación Costera de Carolina del Norte.

Leda Cunningham de Pew dijo que las asociaciones en este proyecto “son prometedoras” al facilitar la comprensión de los científicos sobre las costas y cómo el conocimiento se puede aplicar a otras situaciones y conducir a una mayor colaboración y conservación de los recursos costeros. 

El trabajo en Cherry Point también se complementa con el Plan de Protección y Restauración de Ostras para Carolina del Norte, un amplio esfuerzo de fuentes públicas y privadas. 

A finales de este otoño, se espera que el Departamento de Calidad Ambiental de Carolina del Norte apruebe el Plan de Restauración del Hábitat Costero actualizado del estado, que el estado revisa cada cinco años. Ese plan incluye metas estatales para proteger el hábitat. 

Sin embargo, incluso si los humanos redujeran a cero sus emisiones globales de gases de efecto invernadero mañana, el planeta aún se estaría calentando con respecto a lo que ya está en la atmósfera, lo que aumentaría la probabilidad de que se produzcan más y más huracanes. La subida del nivel del mar y las aguas más cálidas están aseguradas.

Aunque las costas vivas y otras soluciones técnicas a los problemas ecológicos relacionados con el clima son prometedoras, la incertidumbre del cambio climático requerirá una serie de soluciones y adaptaciones. 

Expandiendo el conocimiento

Sara Mirabilio, una experta en pesquerías con la organización North Carolina Sea Grant, se encarga de ayudar a los pescadores, la industria pesquera, los legisladores y el público a comprender las ciencias marinas aplicadas. 

Divulgar información sobre el impacto del cambio climático y su efecto en la pesca es un elemento importante de adaptación. Sin embargo, Mirabilio ha adoptado un enfoque que no incluye menear los dedos ni avergonzar. Ella confía simplemente en la ciencia.

“La ciencia aplicada no sirve para nada sentado en un estante”, dijo. 

Establecida en 1970 y con sede en la universidad NC State, la misión de NC Sea Grant es proporcionar investigación, educación y alcance a científicos, educadores, agencias gubernamentales, empresas y comunidades costeras. Esto significa la divulgación de información imparcial y científicamente sólida sobre los ecosistemas costeros del estado.

Durante una década, Mirabilio trabajó con pescadores comerciales y distribuidores para comercializar mariscos salvajes en todo el estado. También facilita un curso público cada año sobre ciencias marinas que incluye presentaciones de científicos marinos y tecnócratas.

También lidera un esfuerzo para informar a los legisladores estatales y a los funcionarios electos en las comunidades costeras.

En 2019, se desempeñó como asesora científica a la Comisión de Barqueros Obreros (WPP por sus siglas en inglés) del condado de Dare, aconsejando a los comisionados sobre temas relacionados con la pesca y ayudándolos a interpretar las regulaciones estatales y federales.

Blake Huling lanza su línea de pesca el 28 de agosto en el muelle conocido como Jeanette’s Pier en Nags Head. Calvin Adkins / Carolina Public Press

Dare County incluye una parte de Outer Banks y Wanchese, uno de los puertos pesqueros comerciales más grandes del estado. Las áreas alrededor de Nags Head y Manteo en el condado de Dare también son sitios populares para la pesca recreativa.

La comisión, que estuvo inactiva durante varios años, fue reinstalada en 2018 por el comisionado del condado de Dare, Steve House.

“Todos los miembros de nuestra junta de comisionados han apoyado a nuestros marineros desde el primer día”, dijo House, quien se describe a sí mismo como un campeón de los pescadores comerciales y el frente marítimo en funcionamiento. “Esta es nuestra herencia. Quiero que siga funcionando”. 

Por su parte, él ve el peligro verdadero como el entorno regulatorio que se está haciendo más hostil y está bajo el ataque de reguladores equivocados y de la comunidad de activistas del medio ambiente.

“Lo más importante para nosotros es la regulación y la calidad del agua en el estrecho ha bajado”, dijo House. 

“Necesitamos alivio regulatorio y asegurarnos de que nuestros pescadores tengan un ámbito comercial justo y equitativo”. 

Los científicos han demostrado que existen factores no climáticos y también relacionados con el clima que contribuyen al empeoramiento de la calidad del agua en los estrechos de Albemarle y Pamlico. Pero la causa de los cambios ambientales es un tema controversial. 

Algunos legisladores y pescadores reconocen los nuevos desafíos ambientales, pero siguen dudando la veracidad del cambio climático.

“El cambio climático es la menor de nuestras preocupaciones”, dijo House. “¿El nivel del océano aumentando? No hemos visto ninguna evidencia de ello. El clima del planeta Tierra ha ido cambiando desde el primer día. ¿Ha contribuido la humanidad a ese cambio? No a la escala que he escuchado. Entonces, eso funciona en ciclos. Solo tenemos que aprender a adaptarnos”. 

Más huracanes también son una realidad, reconoció, y son dañinos y perturbadores para la industria pesquera.

“Sabemos que vendrán”, dijo House. “Si vives en una isla, tarde o temprano te van a pegar”. 

Por su parte, Mirabilio es experta en abordar cuestiones polémicas que rodean a la industria pesquera.

Por ejemplo, a lo largo de los años, ha estructurado reuniones de pesca en las que permite que los participantes se desahoguen. 

“La gente quiere expresar su posición; si no los dejas hacerlo, estarán cerrados a todo lo que vayas a decir”, dijo. “Es un paso adelante necesario para que estén abiertos a una conversación más productiva”.

Ella no duró mucho en la comisión del condado de Dare después de que varios miembros del público vieron su rol en la comisión como un conflicto de intereses, a pesar de ser una asesora no votante.

La experiencia, sin embargo, no la ha desanimado de intentar compartir con la gente sobre las amenazas futuras y cómo encontrar estrategias para ser más resistente a los cambios de un clima más cálido.

Muchos esfuerzos de resiliencia y coordinación se llevarán a cabo a nivel local, como la gestión del desarrollo costero, la calidad del agua, los sistemas de alcantarillado, las carreteras y los muelles.

Sin embargo, incluso sin el cambio climático, la pesca es un tema polémico en la costa de Carolina del Norte. Encontrar soluciones políticas a nivel local, estatal o federal para responder al calentamiento del clima no será fácil.

Una cuestión de la resiliencia 

La resiliencia climática, aunque difícil de definir, se refiere no solo a la capacidad de las poblaciones marinas para recuperarse ante los cambios climáticos, sino también a la capacidad de los seres humanos. 

Los humanos somos adaptables. La pregunta es si nos aclimatamos lo suficientemente rápido.

Según  David Clegg, el administrador del condado de Tyrrell, responder a las consecuencias frecuentes del cambio climático, como la proliferación de algas y las inundaciones, debería involucrar a las personas más afectadas. 

Después de todo, la península de Albemarle, donde se encuentra el condado de Clegg, “siempre ha sido un humedal muy escaso”, dijo. “La ecología y la hidrología siempre han sido volátiles”.

Sin embargo, muy seguido pasa que las voces de los más vulnerables del estado se excluyen del diálogo oficial de respuesta al cambio climático, dijo Jessica Whitehead de la universidad Old Dominion (ODU). 

Ella dirige el Instituto de Adaptación y Resiliencia Costera (ICAR) de la ODU y anteriormente se desempeñó como la primera directora de resiliencia de Carolina del Norte en la Oficina de Recuperación y Resiliencia de Carolina del Norte (NCORR).

“Hay gente que tiene grandes ideas”, dijo Whitehead. “No les hemos dado un lugar en la mesa de toma de decisiones cuando hablamos de desarrollar soluciones de la forma que se lo merecen. Necesitamos que involucrarlos”.

Carolina del Norte ha desarrollado un plan de resiliencia climática que incluye estrategias para la pesca marina, la infraestructura del agua, la calidad del aire y la gestión costera que asume la infraestructura. 

También incluye un plan de justicia social y ambiental: identificando comunidades socialmente vulnerables y ofreciendo más oportunidades de participación y recursos para adaptarse. 

“Una de las cosas más importantes a tener en cuenta es que lugares como el condado de Tyrrell deben existir”, dijo Clegg sobre el pequeño condado costero de baja altitud, en donde muchos de sus residentes dependen de la captura de mariscos para alimentarse. 

Y aunque no todos en el condado de Tyrrell reconocen la existencia del cambio climático, dijo Clegg, entienden que el medio ambiente está cambiando.

Apoyar una economía para decenas de miles de personas en las comunidades costeras del estado puede ser más difícil bajo la amenaza del calentamiento del clima.

“Dentro de 10, 15 o 20 años”, advirtió Whitehead, esos impactos serán menos teóricos y serán más concretos. En última instancia, dependerán de la capacidad de los residentes costeros para encontrar soluciones.

Esquemas de gerencia pesquera

Los esquemas de gerencia para dos especies de platija con un gran valor en Carolina del Norte pueden ofrecer una advertencia para los administradores de pesquerías emproblemadas e informar los esquemas de gobernanza futuros.

La platija de verano, o platija, es típicamente capturada por pescadores comerciales que utilizan redes de arrastre en el mar abierto. 

Carolina del Norte se encuentra en el extremo sur del área de distribución de estos peces de agua fría. Dos consejos regionales de gestión pesquera de EE. UU. establecidos mediante legislación federal gerencian este pez.

Los pescadores comerciales y recreativos suelen cosechar platija del sur en aguas estuarinas. A diferencia de su contraparte de verano, la platija del sur es una especie de aguas cálidas y Carolina del Norte se encuentra en el extremo norte de su área de distribución. 

Los pescadores suelen capturar estos peces en sistemas de estuarios, donde el estado posee y regula la mayor parte del agua.  

La División de Pesquerías Marinas de Carolina del Norte (NCDMF) gestiona la platija del sur bajo un plan de gestión estatal. El 1 de septiembre, se inauguró la temporada recreativa de la platija sureña en Carolina del Norte. Se terminó el 14 de septiembre.

Después de varias temporadas de lucha para atrapar cualquier platija del sur, el guía de pesca Tom Roller de Beaufort en la costa central del estado dijo que esta temporada es diferente. El primer sábado de la temporada, sus clientes se embolsaron su límite. 

“Estamos viendo más peces y los capturamos, eso es emocionante”, dijo. “Eso significa que (la gestión de la platija sureña) está funcionando. Podemos reconstruir esta pesquería”.

Roller, a quien el gobernador Roy Cooper nombró recientemente para su segundo mandato como miembro de la Comisión de Pesca Marina, ha dicho que apoya una moratoria en la pesquería, a pesar de que su sustento depende de ello. 

“Lo que sería más devastador sería perder esta pesquería para siempre”, dijo Roller, quien habló como un profesional de la pesca. 

“Necesitamos hacer todo lo posible para reconstruir esta pesquería para que sea viable para las generaciones futuras. (La platija) es el pez al que a la gente le encanta pescar más, pero la temporada está reducida a dos semanas. La gente debería estar loca”. 

Pero cerrar la pesquería por completo es una política complicada. 

Roller dijo que muchas economías costeras dependen de la pesquería: capitanes de barcos de alquiler, tiendas de aparejos de pesca y otras que dependen de la industria recreativa y comercial de la platija del sur.

La temporada comercial de platija del sur se extiende del 15 de septiembre al 21 de octubre en tres etapas escalonadas de norte a sur.

Sin embargo, no todo el mundo está dispuesto a tolerar lo que la Asociación de Conservación de la Costa de Carolina del Norte (CCANC) considera una mala gestión de la pesquería.

En noviembre de 2020, 86 ciudadanos y la CCANC presentaron una demanda contra el estado, alegando que los funcionarios estatales han tolerado la sobrepesca de platija y otras especies de peces costeros valorados por el público pesquero, incluidos los pescadores deportivos y recreativos. 

Según la CCA de Carolina del Norte, los desembarques comerciales de platija del sur disminuyeron en un 80% entre 1997 y 2019.

Aunque el estado solicitó la desestimación de la demanda, un juez del Tribunal Superior del condado de Wake rechazó cada uno de los argumentos del estado el 28 de julio. El estado está apelando.

El problema, dijo Louis Daniel, un científico marino y ex director de la División de Pesquerías Marinas de Carolina del Norte de 2007 a 2016, es que la agencia administra la pesquería costera para que haya “máxima extracción”.

“Las personas están una encima de la otra atrapando la platija de la forma más agresiva que puedan en sus lugares favoritos. Por lo tanto, estamos perdiendo todas las ganancias que estamos obteniendo en la reconstrucción de existencias”. 

Louis Daniel, científico marino, ex director de la División de Pesquerías Marinas de Carolina del Norte

“Este es el mejor ejemplo que conozco de la tragedia de los bienes comunales”, dijo Daniel. “Somos un ejemplo clarísimo de la tragedia. No hay ningún incentivo para conservar esa especie. Se tiene que eliminar la carrera por los peces. Para gestionar adecuadamente esta pesquería no debería haber temporada abierta.

“Las personas están una encima de la otra atrapando platija tan fuerte como pueden en sus lugares favoritos. Por lo tanto, estamos perdiendo todas las ganancias que estamos obteniendo en reconstruir la existencia del pez”.

Los responsables de la toma de decisiones no deberían tener “un interés personal en el resultado y deberían depender exclusivamente de la ciencia para tomar sus decisiones”, dijo.

Ha habido un gran rechazo de la industria comercial que ve los ataques de Daniel y otras organizaciones como una amenaza a sus medios de vida.

En teoría, los pescadores recreativos y comerciales deberían aliarse para encontrar estrategias para organizar y mantener la pesca frente al peligro del cambio climático. 

Sin embargo, hay poco amor entre las dos facciones.

La división entre los dos grupos no sorprende al economista ambiental Chris Kennedy de la universidad George Mason. “La competencia por los recursos genera conflictos”, dijo.

La caída de los precios y el aumento de los costos acelerados por la alteración de la pesca han hecho que la pesca comercial sea menos valiosa que la pesca recreativa. 

Los consumidores pueden estar dispuestos a pagar $25 por libra por un pargo rojo en un mercado, dijo Kennedy. Mientras que un pescador recreativo está dispuesto a pagar varios cientos de dólares más por el mismo pargo, pero con la experiencia de pescarlo.

Como resultado, los pescadores recreativos son potencialmente un grupo más poderoso de intereses. Por otro lado, los pescadores comerciales pueden tener más incentivos para luchar por su parte. De hecho, menos pescadores comerciales están ingresando a la industria debido a la incertidumbre y sus percepciones del ambiente regulatorio.

En Carolina del Norte, el impacto total de la pesca recreativa en la economía del estado es de $3 mil millones. El impacto total de la pesca comercial es de 300 millones de dólares, según datos de Economía Pesquera de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos.

Kennedy dijo que los derechos de propiedad de un recurso de acceso abierto como el pescado suelen ser menos transparentes que la propiedad de la madera y otros recursos naturales terrestres.

Modificar la forma en que se ejecutan y hacen cumplir las reglas de pesca para mejorar la transparencia para el público puede ser parte de una solución para la gestión de la pesca frente al cambio climático.

A lo largo de la costa este, dijo Kennedy, la gestión de la pesca está descentralizada en relación con otras en todo el mundo. Por ejemplo, en Australia se ejerce más la autoridad jerarquizada.

“A los estados y localidades (en la costa este) se les otorga un poco más de autoridad sobre cómo administrar los recursos bajo su jurisdicción”, dijo. 

“Entonces, existe esta tensión entre ser representativo y poder responder a problemas a gran escala que atraviesan jurisdicciones”.

Kennedy destacó un movimiento global hacia la descentralización y el manejo comunitario de recursos naturales, en el que las decisiones de asignación de pesca se toman al nivel más bajo o más pequeño que puede abordar el problema de manera efectiva. 

Los pescadores de langosta en Maine son un ejemplo. Utilizan un sistema de cogestión único que está relativamente descentralizado. Una ley estatal de 1995 creó zonas de gestión de langostas mediante las cuales los consejos de pescadores elegidos por otros pescadores licenciados en la zona permiten a los miembros modificar las reglas existentes. También permite a esos pescadores proponer nuevas reglas con respecto a los límites de las trampas de langostas y el límite de entrada con una mayoría de dos tercios de votos.

Ese nivel de coordinación les ha permitido adaptarse rápidamente a las crisis y tener una voz más fuerte en los problemas de calidad del agua y otras amenazas para la pesca.

Gestión de la platija

En verdad, la gestión de la platija de verano también puede demostrar la complejidad de la gestión de la pesca a mayor escala.

A diferencia de la platija del sur, la platija de verano es administrada por el NOAA Fisheries, el Consejo de Gestión de Pesquería Medio-Atlántico (MAFMC por sus siglas en inglés) y la comisión de pesquerías marinas de estados atlánticos (ASMFC) ya que su biomasa a menudo se mueve a través de las fronteras estatales y los peces se capturan tanto en aguas estatales como federales.

Las cuotas de platija de verano y otras especies se asignan al estado donde se desembarca la cosecha. 

Sin embargo, la platija de verano está migrando hacia el norte, posiblemente como resultado de mares más cálidos. Según un estudio reciente, en 1996 la platija de verano se pescaba principalmente frente a la costa de Carolina. Sin embargo, con el tiempo, la ubicación promedio de captura se mudó hacia el norte, y ahora se pesca principalmente en la costa de Nueva Jersey.

Pero los pescadores de Carolina del Norte tienen una cuota mayor que la que tienen los de Nueva Jersey, ya que el límite de captura comercial se distribuye entre los estados en función de su participación en los desembarques comerciales durante la década de 1980.

Cuando la platija de verano sale de las aguas de Carolina, los pescadores comerciales basados en Carolina del Norte viajan más al norte para capturar su cuota. El resultado son viajes más costosos en embarcaciones más grandes que requieren más gasolina, más mano de obra y mayor mantenimiento.

“Una pregunta interesante es ¿por qué no se ha reasignado la cuota hacia el norte?” Kennedy dijo. 

No existen suficientes incentivos políticamente para cooperar, organizar e influir en el proceso político, como cambiar o intercambiar la cuota a los pescadores de Nueva Jersey.

Es posible que los pescadores de Nueva Jersey no tengan el dinero para compensar a los pescadores de Carolina por arrendar la cuota, mientras que los pescadores de Carolina del Norte pueden no estar convencidos de que se trata de un cambio permanente en la biomasa. Kennedy dijo que su mejor opción es mantener la cuota en lugar de transferirla a los pescadores de Nueva Jersey.

También existe un deseo político de mantener la cuota, ya que los pescadores de Carolina del Norte tienen que desembarcar pescado en las plantas procesadoras de Carolina del Norte, apoyando así las casas de pesca y los empleos aquí.  

“El problema es que es difícil reunir a todos los usuarios y ponerse de acuerdo cuando algo está cambiando”, dijo Kennedy.

Los pescadores comerciales en Carolina del Norte y en otros lugares en efecto perciben un alto grado de riesgo regulatorio y cambios desconcertantes en el medio ambiente. También hay los riesgos asociados con su cadena logística, como el precio que obtendrán por sus capturas y si encontrarán un comprador.

Charlie Locke habla con otro pescador comercial en su radio mientras conduce hacia el sur a lo largo de la isla Hatteras cerca de Rodanthe, 30 minutos en un viaje de tres horas hasta el antiguo faro de Diamond Shoals. Mark Darrough / Carolina Public Press.

Charlie Locke, un pescador comercial de Wanchese, dijo que “luchará a capa y espada para no perder (el acceso a una pesquería) porque sé lo difícil que es recuperarlo. Ese es mi miedo.

“Es muy difícil lograr que la gente entienda que (los pescadores comerciales) no son el enemigo”, dijo. “Todos tenemos el mismo objetivo: poblaciones de peces saludables para nuestros hijos y nietos”. 

¿Cuál es el futuro de la pesca?

Tanto los pescadores de langosta de Maine como los de Carolina del Norte tendrán la oportunidad de comentar sobre la gobernanza de las pesquerías de la costa este en el futuro.

La estrategia, llamada planificación de escenarios, “es una forma rigurosa, disciplinada y replicable de plantear constantemente la pregunta de qué podría suceder y qué hacemos como resultado de ello”, dijo Jonathan Star, consultor de escenarios de pesca de la NOAA.

El problema es que “nuestra experiencia nos dice que no somos particularmente buenos para pensar en el futuro”.

En otras palabras, la planificación del futuro deja de mirar el pasado y se centra en el futuro.

Star facilitó una serie de reuniones virtuales como parte de la Iniciativa de Planificación de Escenarios de Cambio Climático de la Costa Este. El proyecto de varios años está patrocinado por la MAFMC, NOAA Fisheries y los tres consejos de gestión pesquera de la costa este. 

Después de las etapas iniciales que recopilarán información del público, el proceso desarrollará una serie de escenarios, o historias provocativas sobre el futuro de las pesquerías de la costa este. Su objetivo es preparar mejor a las personas para lo que pueda suceder en el futuro.

Existen precedentes del uso de la planificación de escenarios para la ordenación de la pesca. En 2018, la NOAA utilizó esta estrategia para comprender mejor los desafíos de la gestión de la ballena franca, y en 2017 la agencia puso a prueba un ejercicio de planificación de escenarios para el salmón del Atlántico.

Los resultados produjeron varios cambios de política, incluidas nuevas regulaciones para reducir los enredos de ballenas francas con redes de pesca y reducir los choques con embarcaciones.

“Cualquier trabajo de planificación que hagamos significa que tenemos que hacer una evaluación del futuro”, dijo Star. Sin embargo, a menudo, “cuando evaluamos el futuro, confiamos demasiado en nuestras predicciones y pensamos de manera limitada sobre lo que podría suceder y descartamos las posibilidades de sorpresas”.

Uno de los objetivos del proceso de planificación es explorar cómo la gobernanza pesquera y el cambio climático en la pesca afectarán los problemas de gestión y generarán recomendaciones de política para cambios de gobernanza más amplios.

El proceso alentará a las personas (administradores, pescadores, investigadores y otras personas interesadas en cómo se administran los océanos) a pensar en algunas de las posibilidades que la gente no dedica mucho tiempo a considerar, incluidos eventos poco probables que aún pueden suceder, dijo Star.

Espera que el ejercicio anime a un rango diverso de partes interesadas a imaginar diferentes posibilidades frente al peligro de un clima cambiante. 

“A fin de cuentas, se trata de desarrollar ideas y enfoques que son nuevos y revisados ​​para prepararse mejor para una era de cambio climático”, dijo. “Sabemos que estaremos en un mundo diferente”.

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Jack Igelman is a contributing reporter with Carolina Public Press. Contact him at jack@igelman.com.